Niños y adolescentes cuentan cómo es su día a día en un sistema que, pese a los avances, no siempre está a su nivel de empatía. Ellos apuestan por la integración en el aula –”es muy gratificante” – mientras que padres y expertos aplauden la llegada del protocolo de la Xunta y sitúan la clave en el profesorado: “Todo depende del docente. Incluso en el mismo centro puede ser una lotería”.
Suena el timbre en el IES O Couto. Y en el aula de Pablo Rodríguez entran Sara Balboa, Luis Martínez, Aldara Estévez y Abel Fornos. Son cuatro de los 23 alumnos de este centro diagnosticados con altas capacidades. Y él es el docente destinado a la atención a esta diversidad, el único de un centro público gallego junto a su compañero del CPI del barrio. “Podemos acabar primero el bocadillo, ¿no?”, preguntan con guasa. El día anterior estuvieron discutiendo el género del tema que abre “Manhattan” de Woody Allen. No es big band ni jazz. Es una rapsodia de Gershwin. Los cuatro están en la misma clase de 1º de Bachillerato. Cursos atrás, llegaron a juntarse 10 en la misma aula. “A mí y a Sara nos diagnosticaron con 5 años. Nos preguntaron si queríamos cambiar de curso en 1º Primaria y dijimos que sí, tampoco nos gustaba mucho el ambiente”, dice Aldara. “Aquí sabemos de qué pie cojea cada uno –avanza Luis–. Con compañeros que se cambiaron de centro, la adaptación puede llegar a ser difícil…”.
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