Las familias de AAESI pudimos pasar un gran día en familia en la localidad natal de Adolfo Suárez, Cebreros. Este pueblo tiene el gran honor también de albergar la DSA2, una de las tres antenas del espacio profundo de la ESA en el mundo.

El grupo de pequeños visitamos primero la Iglesia restaurada que alberga el museo de la transición. Esta Iglesia tiene su propia historia, ya que ha tenido muchísimos usos distintos, como por ejemplo escuela, atalaya defensiva o corral de gallinas, que ha obligado a una gran remodelación que contrasta con la bonita decoración de perlado abulense de la entrada y los arcos interiores.
En el museo de historia nos enseñaron cómo vivían en esa época: un teléfono sin números, una tele sin mando a distancia… pero lo que más gustó a grandes y pequeños fue el SEAT 600, en el que los niños pudieron montar (aunque no tenía cinturones) y ver el motor.

Las explicaciones de Cristina eran muy amenas y nos transportaban a la época de una forma divertida. Nos enseñó la importancia de nuestra constitución y cómo se votaban las leyes en el congreso.
Después fuimos con la otra guía, también llamada Cristina, a la parte del espacio, que está en otro local del pueblo. Nos explicaron qué es la ESA, dónde se encuentran las antenas “trillizas” de la de Cebreros y tuvimos una charla muy animada sobre estrellas, el sistema solar y la comunicación con las sondas espaciales.

Si la guía ya estaba encantada con la charla tan amena que había tenido con los adolescentes del grupo, los conocimientos de los más pequeños y el entusiasmo de éstos hicieron que subiera un poco el nivel que tenía pensado para la charla infantil y que todos disfrutáramos con la improvisación en los talleres (debido también al spoiler de la temperatura de las estrellas, que dejó a la guía maravillada).

A medio día vino la guinda del pastel: viaje en autobús a visitar la antena de 35m de diámetro y 40 metros de altura, conocer cómo recoge la información que llega y los problemas que puede tener el mantenimiento de las instalaciones y sus soluciones (como la visita periódica del halconero). Sólo cuando tienes alguna referencia al lado, como el grupo de 50 personas que estuvimos disfrutando de la visita, puedes darte cuenta de las grandes dimensiones de la antena y el desafío que supone montar unas instalaciones de tal calibre ¡¡con sólo 18 tornillos!! .

El conocimiento de Cristina dejó al grupo maravillado, sobre todo cuando nos confesó que ella había estudiado Bellas Artes y que, sólo después de haber emprendido el reto de dar charlas del espacio para hacer más atractivo el museo de su pueblo, había descubierto una gran pasión que la había llevado a tener en la actualidad el postgrado en Astrofísica. ¡¡Muy merecido ese aplauso, Cristina!!
A la vuelta del autobús tocaba despedirse, tristes por partir, ya que hacía un día soleado que nadie esperaba encontrar. Un grupo más reducido comimos juntos en un restaurante del pueblo, donde los
niños jugaron mientras nosotros descansábamos de una mañana emocionante.

Un brindis por todos los que han hecho posible que podamos pasar un día tan maravilloso, ¡¡estamos esperando ya la siguiente!!
0 comentarios